miércoles, 3 de abril de 2024

¿Un Padre tiene derecho a descansar?

En el silencio de la noche, cuando las estrellas comienzan a parpadear y el mundo parece tomar un respiro, hay quienes aún siguen en pie. Un padre, con el peso del día a cuestas, continúa su labor en el hogar, no por obligación, sino por amor y dedicación a su familia.

A pesar del cansancio que le consume, sabe que sus acciones hablan más fuerte que sus palabras, es por eso que a pesar de que trabaja de 8 a 12 horas diarias para sostener a su familia, llega a casa y realiza arreglos, reparaciones o mantenimiento para economizar y destinar ese dinero a su familia.  En cada tarea que realiza, en cada momento que decide seguir adelante, está enseñando a sus hijos una lección invaluable: la del esfuerzo y la perseverancia.

Leí una parábola sobre un submarino hace años que me impactó profundamente, y quiero compartirles un resumen:

Manejar un submarino no es para cualquiera; los novatos no tienen "tiempo libre". Al ser reclutados, deben usar su tiempo libre para estudiar manuales, informarse sobre el funcionamiento de las máquinas o computadoras, resolver problemas y entrenar habilidades útiles en un submarino, ya que de ello depende la supervivencia de la tripulación en una emergencia real. Los más experimentados, incluso el capitán, pueden usar su tiempo libre para leer una revista o lo que deseen, pero continúan entrenando su cuerpo y mente para estar listos para cualquier contingencia.

Lo que quiero decir es que el padre debe seguir aprendiendo y compartiendo su conocimiento con sus hijos, al menos hasta que ellos adquieran suficiente conocimiento para manejar sus propios asuntos, resolver sus problemas y ser autosuficientes. Así, el "submarino" tiene menos probabilidades de fallar.

“Ser personas de provecho”, les dice, “no es solo alcanzar el éxito o acumular bienes, sino ser capaces de luchar por lo que es correcto, de mantenerse firmes ante la adversidad y de trabajar no solo por uno mismo, sino por el bienestar de los demás”.

Este padre, aunque agotado, es el pilar de su hogar, el núcleo que mantiene unida a la familia. Con cada gota de sudor y cada suspiro de fatiga, está cimentando el futuro de sus hijos, no con ladrillos, sino con valores y principios que perdurarán por siempre.

Y así, en la quietud de su hogar, este padre sigue trabajando, no solo construyendo un refugio físico, sino también un santuario de sabiduría y amor, donde sus hijos aprenderán a ser, más que personas exitosas, seres humanos íntegros y de gran valor.


Por lo tanto, un padre tiene derecho a descansar, cuando haya logrado sus objetivos, y así logrará trascender gracias a los valores que inculcó.



ATTE: El Padre Gershom

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